domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Quiere un auto nuevo? ¡Imprímalo!


Aunque suene a ciencia ficción, el día en que podamos diseñar y luego imprimir nuestra ropa, cubiertos, cafeteras, herramientas y hasta autos, parece estar más cerca de lo que se piensa.

Las impresoras en tercera dimensión son una realidad que pronto podría estar en nuestros hogares.

Sería algo así como el "Replicador" de la serie estadounidense de ciencia ficción Star Trek o Viaje a las estrellas, de 1966.

Con solo apretar el botón de imprimir, se puede convertir un modelo virtual en 3D en un objeto físico.

Recientemente, la empresa estadounidense Stratasys creó el primer auto completamente impreso en 3D. Se trata de Urbee, un modelo híbrido de la empresa Kor Ecologic.

Aunque es solo una maqueta de tamaño real, toda la carrocería del auto fue creada usando una impresora de tecnología de fabricación aditiva.

El material usado fue ABS (Acrilonitrilo Butadieno Estireno), un plástico muy resistente comúnmente usado para hacer teléfonos celulares o laptops.

nota completa clickear link

http://autoinnovador.blogspot.com/2010/11/quiere-un-auto-nuevo-imprimalo.html

domingo, 7 de noviembre de 2010

De Tucumán a la Gran Manzana


Manuel Saez tiene su mayor experiencia en ergonomía.

Dirigió el departamento de diseño de una de las empresas de mobiliario de oficinas más importantes del mundo y ahora tiene la propia en Nueva York.

Esta semana lanza un nuevo diseño en Interior Forma
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Desde la ventana de su oficina se ve el Empire State.

Ganó infinidad de premios (Wikipedia afirma que son más de 60), realizó diseños para compañías emblemáticas como Black & Decker y una de sus creaciones –el Safety Kit– forma parte de la colección de diseño permanente del MoMA.

¿Qué más se puede decir?

Que es tucumano.

Estudió arquitectura en la Universidad Nacional.

Viajó a estudiar inglés un verano a Nueva Orleáns y nunca más volvió.

En el medio, para pagarse los estudios trabajó cortando árboles en Alaska y fue cocinero, y para viajar por Europa fue pintor de brocha gorda en Berlín.

En Niza conoció a quien fuera su esposa, una americana por la que se asentó en Nueva York.

Allí se graduó con honores de la Universidad de Bridgeport con un Bachelor in Science en Diseño Industrial y un Master en Technology Management (también completó un Executive Certificate in Strategy and Innovation otorgado por el MIT).

Y hoy, después de haber dirigido el equipo de diseño de importantísimas firmas como Humanscale (uno de los más fuertes fabricantes de productos de ergonomía para la oficina del mundo), dirige el propio: Manuel Saez & Partners.

De paso por Buenos Aires, donde este miércoles presenta su nuevo diseño de silla, la Belt 50, con motivo de la celebración de los 50 años de Interior Forma, conversa con m2.

–¿Cuál fue tu primer trabajo de diseño en Estados Unidos?

–Logré que me validaran algo de la carrera y entré en segundo año de diseño.

Laburaba como loco y ya en tercer año (corría el ‘98) gané la primera competencia y después vinieron como chorizo.

El 90 por ciento de las que me presentaba las ganaba y eso me abrió mucho el camino.

Por lo menos, te sirve para que te contesten el teléfono.

Así ese año me contrataron de Anderson Design y Product Ventures, con clientes como Intel, Gateway, Black & Decker, Shell y Procter & Gamble.

También trabajé como consultor y líder de Diseño para Geiger International, el fabricante de mobiliario de arquitectura subsidiario de Herman Miller Inc.

–El sueño del pibe.

–Totalmente. Estaba muy contento.

En ese entonces trabajaba y estudiaba.

Las competencias ganadas me abrieron muchas puertas.

Por una cámara que diseñé en un concurso para Samsung me llevaron a Corea.

Siempre entendí el tema de la producción.

Trato de mantener el balance entre innovar visualmente y que sea económico y factible y ése creo que es un punto a favor. En el ICFF del 2001, Vitra conoce mi trabajo y me lleva a Europa.

Después empecé a hacer mi master y tuve a través de un profesor una recomendación para empezar a trabajar en Humanscale.

Hasta entonces no tenían diseñadores en la compañía y allí, durante seis años, tuve la oportunidad de crear no sólo un producto, sino un equipo, infraestructura.

–¿Tenés un producto en la colección permanente del MoMA?

–El Safety Kit, que es un conjunto de herramientas para la evacuación de un edificio de altura.

Contiene una linterna, alarma, agua para lavarse los ojos, un respirador de emergencia y mapas del edificio en pintura luminiscente para guiar en la evacuación.

El producto salió en respuesta al miedo creado después del atentado del 11 de septiembre del 2001.

Fue galardonado por ID Magazine e incluido en la exhibición Safe en el MoMA y ahora pertenece a colección permanente.

–¿Qué diseño tuyo aún te tiene orgulloso?

–El M7. Un soporte de pantalla plana que le permite al usuario controlar la altura y la distancia de la pantalla a los ojos.

Algo muy importante cuando se trabaja largas horas frente al monitor.

Por otro lado también contribuye a manejar mejor el espacio, ya que, al estar suspendido, deja más superficie de trabajo.

El M7 ganó varios concursos de diseño como el NeoCon Gold de Estados Unidos y el Focus Silver Award de Alemania.

–¿Por la ciudad de Nueva York se ven tus Adonis?

–Sí, es un bicicletero modular que también sirve como protector de árboles.

En la ciudad de Nueva York es un problema común que la gente ata las bicicletas a los árboles, lastimándolos.

Trees New York, una asociación sin fines de lucro, organizó un concurso de diseño para solucionar este problema. Adonis fue el ganador del primer premio y el producto hoy esta instalado en varias partes.

–¿Y a vos se te ve montado muchas veces en tu CMYK?

–Es una bicicleta plegable eléctrica.

Pensada para asistir en el transporte público en lo que le llamamos “el primer y último kilómetro” que es de la casa a la estación y de la estación al trabajo o la escuela.

Generalmente, en Estados Unidos la gente va en auto si está a más de tres cuadras de la estación de trenes.

Con este producto que puede ser llevado fácilmente en el subterráneo o adentro de la oficina, la gente corta la dependencia con el auto y hace mejor uso del transporte público.

Se carga en dos horas como una notebook.

Tiene una autonomía de 9 kilómetros y pesa 10 kilos, ganó premios en IDSA, ID Magazine, The Spark Award y el segundo premio en el Peoples’s Award del Cooper Hewitt National Design Museum.

–Otra propuesta interesante es tu Switch Mouse...

–Cuando la gente trabaja por largas horas en la computadora existe el peligro del síndrome de túnel carpal o carpiano.

Esto se debe a la flexión de la muñeca al usar el mouse.

Este producto elimina esta presión colocando la mano y muñeca en una posición neutra.

También, es un mouse que se extiende adaptándose al tamaño de la mano del usuario.

–¿Cómo fue abrirte paso solo después de tantos años en Humanscale?

–Me estaba frustrando mucho porque quería hacer más de lo que la compañía podía. Fue una decisión bastante brusca, en caliente.

En el momento estaba seguro, pero ahora veo para atrás y pienso que estaba loquísimo, porque en la peor época del mundo, la peor economía del mundo, abrí mi propio negocio.

Pero ahora Humanscale quedó como cliente.

Es una relación diferente pero seguimos trabajando juntos.

En el último año comencé a hacer más muebles para el hogar, aportándole por supuesto todo el bagaje de mi experiencia en muebles de oficinas y ergonomía, sobre todo porque hoy las oficinas se mudan a las casas.

Mi idea del diseño, o de un estudio de diseño, no es sentarme yo a dibujar y dárselo a un loco para que lo desarrolle, sino el trabajar en equipo.

Disfrutar la compañía de gente buena onda.

–¿Alguna vez imaginaste, soñabas con todo esto?

–No sé si así. Lo que soñaba más que diseñar un objeto determinado para una empresa, era el sentimiento de estar en compañía, en un grupo de gente, que todos van al frente, todos crecen.

Eso lo disfruto mucho.

–¿Qué tenés de argentino a la hora de diseñar?

–Hace un mes estuve justo en un panel de diseñadores latinos, y me preguntaron qué tenía de latino.

Esa cosa de la atamos con alambre y de sacar recursos de donde no hay, aprendido de vivir en una situación tan inestable, es impagable.

Te da una flexibilidad enorme para adaptarse.

–¿Cualidades propias?

–La inocencia, ese no saber que me hace mandarme.

Te digo que es duro, muchas veces me encuentro solo a nivel decisiones grandes y cuanto más arriba estás, es cierto que más solo te quedas.

Porque la mitad de la gente con la que te relacionas quiere sacarte algo y la otra mitad tiene miedo de que vos le saques algo.

–¿Desafíos?

–Quiero que crezca el negocio. Y ciertamente me gustaría tener más relaciones en Argentina. Acá hay mucho talento.

–¿Qué presentás esta semana en Interior Forma?

–Cuando me fui de Humanscale, Susi Aczel me llamó para saber si quería hacer una silla para Interior Forma. Diseñar una silla entendiendo las fortalezas y debilidades que tienen la empresa y el país.

Ellos tienen una tapicería excelente y manejan el caño doblado como nadie, así que ya tenía qué material usar y desde ahí buscar una forma interesante y producirla acá para que se pueda exportar.

Es una silla de producción nacional con diseño, estilo y ergonomía para competir a nivel internacional.

La producción en Argentina tiene limitaciones a nivel técnico y tecnológico pero tiene muchos beneficios a nivel oficio.

Una cosa que se perdió en EE.UU. y China, por ejemplo, es el amor por el trabajo como lo tienen los tapiceros o metalúrgicos.

Mi intención con la silla fue capitalizar eso que es un fuerte y crear un producto con procesos que le dan alto valor en el mercado exterior y relativo bajo costo de producción.

Con éste como primer producto, me gustaría tomar el desafío de, en lo que me toca, despertar a la industria en Argentina, reconocer nuestras limitaciones y más importante aún, descubrir nuestras fortalezas y usar el diseño como un puente entre la fabricación y comercialización para crear éxitos a largo plazo que beneficien a todos.

Luján Cambariere

pagina12.com.ar

domingo, 26 de septiembre de 2010

La singular historia del rosarino que conquistó a Alfa Romeo


Hay un rosarino que tiene el raro privilegio de manejar el auto que diseñó y que es fabricado por una de las más emblemáticas marcas mundiales. Juan Manuel Díaz pensó un Alfa Romeo a la medida de su bolsillo en 2002 y dibujó el MiTo, que fue presentado el 7 de marzo de 2008 en el prestigioso Salón de Ginebra con un éxito tan grande que resultó elegido Auto Europa 2009 y disparó las ventas de la automotriz milanesa.

Pero desde su salto del colegio de los hermanos maristas al centro de diseño de máquinas ilustres pasó agua bajo el puente.

   Díaz, de 36 años, quien ahora es jefe de diseño exterior de la marca del trébol, recordó sus erráticos comienzos. Pensaba estudiar diseño pero, con sus 17 años, no quería abandonar la ciudad.

“Me anoté en arquitectura, pero después de dos años se concretó el desenlace de un fracaso anunciado”, comenta entre risas.

Dio entonces con el curso de diseño industrial que dicta Guillermo López Arena, que completó en tres años.

“Hice una tesis de diseño industrial aplicado al transporte y también el de un auto económico para Argentina, que me sirvieron para poder cursar en el Istuto Europeo di Design, en Italia”.

   El instituto tiene escuelas en Italia y otros países europeos y una fluida relación con las compañías más prestigiosas.

“Mientras estudiaba, comencé a trabajar en el centro de diseño de vehículos industriales de Renault, donde estuve cuatro meses diseñando camiones y ómnibus.

Cuando volví entregué la tesis, que era un proyecto para Alfa Romeo, lo que me sirvió para que me conocieran en la automotriz.

Luego fui a Pininfarina; me interesaba entrar al Grupo Fiat. Terminé esa pasantía y me quedé sin nada.

Entonces lo llamé al que era director de diseño de Alfa, Wolfgang Egger, que ahora está en Audi, y con quien ya habíamos trabajado, y me dijo «empezás mañana».

¡Gracias a Dios!, porque estaba bastante desesperado.

Desarrollé los interiores (asientos, tablero, volante, palanca de cambios, consola...) del Alfa 159, que ya lo estaban terminando, y después pude hacer el interior del Alfa Romeo 8C.

El tablero era en carbono y tenía muchos detalles en aluminio.

Ese trabajo sirvió para que me tomaran en cuenta; gustó muchísimo, no sólo en la empresa sino afuera.

Ahí, con 27 años, aproveché la posibilidad de quedarme en esa marca única a nivel mundial”.

   “Además, la gente de Alfa me dio muchas oportunidades; ellos me dieron la pelota para que haga los goles”, subrayó durante una charla que mantuvo con La Capital el lunes último, cuando terminaba unas breves vacaciones que usó para darse un “baño” de afectos en la ciudad.

   Díaz se acompaña de ademanes justos para reforzar las ideas, que desgrana en forma concisa.

Dueño de una firme modestia, relata cómo llegó al MiTo (Milano-Torino), pero omite decir que lo que va de su vida ya figura en Wikipedia y que el video de la presentación internacional que él hizo del auto de sus sueños es muy frecuentado en YouTube.

   “Alfista” de alma, este espigado hincha de Rosario Central (pidió, divertido, una pelota amarilla y azul a dos muchachos que pasaban por el Museo de Arte Contemporáneo durante la sesión fotográfica), se le iluminan los ojos cuando desde su metro ochenta recorre las líneas del MiTo que la automotriz le confió durante su estancia rosarina, a pesar de haberlas dibujado miles de veces.

   “Cuando estábamos haciendo el 8C (una coupé de dos asientos de altas prestaciones) falleció mi padre. Me volqué por completo al trabajo.

Una noche estaba pensando que quería un auto del tipo del 8C pero que me lo pudiese permitir.

La coupé costaba al inicio de la venta 160 mil euros. Entonces, dibujé lo que sería el MiTo y se lo mostré a mi jefe. A él le gustó pero no existía entonces en la compañía un plan para fabricar este auto”.

   “Luego de tres años, en 2005, la gente de marketing pide un auto para este segmento. Hicimos varias propuestas, que no gustaron”.

   “Entonces —prosiguió— mi jefe me dijo «¿te acordás ese auto que me habías mostrado? ¿Por qué no me lo hacés ver?».

Me pidió que lo modernizara un poco y lo presentamos.

El proyecto gustó y todo fue con semáforo en verde.

Lleva una plataforma (piso) B del Grupo Fiat que es la del Punto europeo.

Es muy buena. Al MiTo lo eligieron Auto de Europa de 2009, pero para mí, la verdadera satisfacción fue verlo en la calle.

Fue un auto que ayudó a levantar bastante las ventas”.

   “Ahora tenemos mucha expectativa con la Giulietta (fue presentado en abril de este año con una crítica muy buena), es un auto excelente.

Lo han probado periodistas alemanes y han dicho que es la primera vez que un auto italiano está a la altura de los alemanes”, destaca.

Como jefe de diseño exterior está abocado también a dos nuevos proyectos de Alfa, una berlina grande y un SUV (4x4).

   “Tratamos de dar una imagen menos estresada a los autos.

La corriente actual de diseño es hacer autos muy anónimos, tratando de darles carácter con la mirada o con las luces posteriores.

En Alfa se persigue que todo el auto sorprenda y guste, que no sea como una chica que sólo tiene los ojos lindos”, puntualizó.

   Al hacer un análisis de las distintas corrientes de diseño, considera que los estadounidenses han abandonado un poco la escuela de los años 50 y 60, los años dorados.

“El auto es un resumen de los gustos del comprador y de cómo él vive.

En Estados Unidos ahora usan interiores que deben tener lugar para el vaso gigante de café caliente y espacio para comer, porque allí casi se vive en el auto.

En Europa los vehículos deben ser pequeños porque no hay espacio, hay que moverse.

Y Argentina no se entiende, porque gusta todo y no gusta nada”.

   “También se observa que se contraponen necesidades y gustos, como el caso de las mujeres, que están más cómodas manejando un auto chico pero prefieren una 4x4 porque se sienten más seguras.

Son cuestiones importantes que hay que estudiar y quien haga esos cambios pequeños en un proceso productivo tiene la ventaja, porque entre el diseño y la fabricación pasan cuatro años, pero después, ese auto se produce por siete u ocho años más, es decir que hay que pensar con anticipación de diez años cuáles son las necesidades del hombre hoy y cuáles van a ser las de mañana”.

   Juan Manuel Díaz sorprendió en una marca mítica, Alfa Romeo, y está plantado en la estela de grandes diseñadores como el bonaerense Alejandro De Tomaso y el casildense Horacio Pagani, quienes hicieron y hacen palpitar la pasión por los “fierros” más nobles, también desde Italia, la cuna del diseño
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Por Alfredo Chies / La Capital.
lacapital.com.ar

miércoles, 23 de junio de 2010

Naturaleza para imitar


A temperatura ambiente, la araña crea una seda que, gramo por gramo, soporta las fuerzas cinco veces más que el acero y no requiere del sucio proceso de fundición (ni tanto consumo de energía).
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El recubrimiento nacarado de la concha del abulón, un caracol marino de California, es dos veces más resistente que las cerámicas industriales fabricadas en enormes hornos.
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Y los tiburones se deslizan en el agua sin necesidad de nafta.
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No es extraño, entonces, que cada vez más ingenieros y científicos de empresas e institutos de investigación empiecen a buscar inspiración en el mundo natural para crear nuevos productos y aprender a desarrollarlos de maneras más eficaces, económicas y amigables con el medio ambiente.
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Ese campo, denominado biomimética, conjuga el esfuerzo de biólogos, ingenieros y diseñadores para resolver los desafíos de fabricación más azarosos.

Bharat Bhushan, director del Laboratorio Nanoprobe de Biotecnología, Nanotecnología y Biomimética de la Universidad Estadual de Ohio, calcula que el ingreso de los 100 productos biomiméticos más importantes ascendió a US$ 1.500 millones entre 2005 y 2008.
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Entre los que circulan en el mercado actual se encuentran algunas ventanas autolimpiantes y pinturas para exteriores inspiradas en las hojas del loto que, aun en su hábitat natural, los fangosos deltas fluviales, permanecen impecables sin necesidad de agentes limpiadores; telas, pinturas y cosméticos que abrevaron en la forma en que colorean sus alas las mariposas; y una nueva variedad de madera laminada con un material que imita las proteínas con que el mejillón azul se mantiene adherido a las rocas, en vez de recurrir a un pegamento derivado del formaldehído.

En cierto modo, científicos, diseñadores y artistas buscan ideas en la naturaleza desde hace cientos o quizá miles de años.

Leonardo da Vinci estudió el vuelo de las aves para diseñar lo que habría sido un avión rudimentario. Mucho tiempo después, un ingeniero suizo que practicaba excursionismo en los Alpes se inspiró en los espinosos ganchitos flexibles del fruto de una hierba, la bardana, para inventar lo que hoy se conoce como Velcro: un material que, antes de usarse en artículos como calzado infantil y otras mil aplicaciones, estuvo reservado a la industria aeroespacial, que financiaba su propia investigación.
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La NASA, la Agencia Espacial Europea y el Ejército estadounidense estudiaron el mundo natural para desarrollar armaduras y uniformes ligeros que se reparaban por sí solos (incluso en el momento más álgido de la Guerra Fría, los militares estadounidenses unieron fuerzas con los soviéticos en ese campo de investigación).

A fines de la década de 1990, estas tecnologías comenzaron a fusionarse en un movimiento más vasto.
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El costo de la energía se elevaba a medida que comenzaban a menguar las reservas de petróleo; en salas de reunión y mesas de diseño, los ejecutivos empezaron a buscar alternativas a los métodos convencionales de fabricación, mientras que los adelantos en materiales, ciencias y nanotecnología iban a volver viable el replanteamiento y la reingeniería de infinidad de productos.

“Antes —dice Robert J. Full, biólogo de la Universidad de California en Berkeley y especialista en biomecánica comparativa— nuestra tecnología tendía a ser voluminosa y rígida.
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Y utilizaba metales e infinidad de ejes y rodillos combinados con algunos transductores y motores”.
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En comparación, la naturaleza es “pequeña, adaptable, flexible y curva; usa apéndices y montones de transductores”. En opinión de Full, la nanotecnología permitió que los ingenieros también empezaran a visualizar las cosas en el nivel molecular.

Un catalizador de este movimiento fue la obra de Janine Benyus, una escritora de Montana con abundantes conocimientos naturales y científicos.
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A mediados de la década de 1990, comenzó a recoger y catalogar ejemplos de lo que ella llamó “biomimética” y descubrió que, en buena medida, los individuos que se desempeñaban en ese campo no se habían identificado como especialistas y seguían trabajando en completo aislamiento de sus colegas.
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En 1997, Benyus reunió sus relatos en el libro “Biomimética: innovación inspirada por la naturaleza” y poco después, recibió llamados telefónicos de empresas como General Electric, Boeing y Nike pidiéndole que investigara la forma como la biomimética podría beneficiarlas.
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“Empezaban a sufrir la presión de hacer ‘verdes’ sus políticas y procesos”, explica. “Así que se preguntaban si no debían poner otra silla en la mesa de diseño y reservarla para un biólogo”.

La escritora y sus socios pronto llegaron hasta los laboratorios de investigación y desarrollo, y, a través de su institución no lucrativa (“Biomimicry Institute”) y su rentable organización de consultoría (Asociación Profesional de Biomimética), pusieron en contacto a individuos que compartían una visión en las comunidades empresarial, científica, de ingeniería y de diseño.
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Con el tiempo, empezaron a surgir muchas ideas de inspiración biológica. Benyus asegura que si examinamos la Base de Datos de Patentes Mundiales entre 1985 y 2005, es posible constatar que la cantidad de veces que se menciona los términos “bioinspiración”, “bioimitación” y “biomimética” se elevó 93 por ciento, contra un incremento de apenas un 2,7 por ciento en las patentes generales. Universidades e instituciones de investigación de Estados Unidos, México y otros países comenzaron a abrir centros dedicados a este tema.
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“Nos encontramos actualmente en una etapa inicial de crecimiento explosivo”, asegura.

De hecho, es muy posible que la mayor parte del proceso de crecimiento aún esté por ocurrir. Bhushan (de la Universidad Estadual de Ohio) está estudiando las escamas diminutas que recubren la piel de los veloces tiburones para ver la manera de reproducirlas en barcos y aviones, reducir la fricción e incrementar la eficacia en consumo de combustible.
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El investigador revela que Boeing y Airbus aplicaron la tecnología inspirada en la piel del tiburón y comprobaron su potencial para reducir la fricción hasta en un 3 por ciento, lo que a su vez se traduciría en una reducción equivalente en costos de combustible.
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Pax Scientific, organización del norte de California, descubrió que, al adaptar la espiral logarítmica del nautilo a las aspas de un ventilador, se incrementa la eficacia hasta en un 40 por ciento, y esto podría redituar en importantes mejoras: según cálculos de Bayna Baumeister, de la Asociación Profesional de Biomimética, un 40 por ciento del consumo energético global se dedica a la operación de bombas, ventiladores y motores: todos, dispositivos que utilizan aspas o rotores.

Algunos de los descubrimientos más interesantes ocurrieron en el sector de arquitectura y planificación urbana.
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En Harare, Zimbabwe, el arquitecto Mick Pearce y los ingenieros de Arup Associates construyeron un edificio de altura media que reproduce los montículos de las termitas, los cuales se mantienen casi constantemente en 31 grados centígrados aunque la temperatura exterior oscile de 3 a 42 grados.
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El diseño de Pearce no utiliza aire acondicionado y consume 90 por ciento menos energía que un edificio convencional de tamaño equivalente.
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También hay proyectos de construcción biomimética en India, Brasil, Oriente Medio y otras regiones donde los ingenieros tratan de introducir materiales que imitan la capacidad de las plantas para regular la humedad o el uso de energía solar. HOK, una de las firmas de arquitectos más importantes del mundo, trata de reproducir lo que los biomiméticos denominan “el genio del lugar” (la forma en que la naturaleza construye ambientes eficientes a lo largo del tiempo) a fin de crear un desarrollo de 2,4 millones de metros cuadrados en escasas 450 hectáreas vecinas a la ciudad de Pune, India.
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Con ese objetivo, HOK estudia la forma en que los techos podrían emular la irregularidad de las bóvedas arbóreas que evitan la erosión del suelo gracias a que disipan la energía de las lluvias monzónicas y crean corrientes de viento que, en esencia, devuelven la lluvia a la atmósfera.
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La organización también busca copiar los distintos tipos de raíces que desarrollan los árboles, en vez de degradar el paisaje con un tajo en forma de “L” para poner los cimientos en terrenos con colinas.

Por ahora, revela Chip Crawford (miembro de HOK), estas ideas se encuentran en fase experimental.
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Pero como todas las poblaciones urbanas crecen de forma acelerada, sobre todo en el mundo en desarrollo, “tenemos la tremenda obligación de resolver, cuanto antes, el dilema” de construir las nuevas ciudades, declara Crawford.
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Y la naturaleza misma podría ofrecer la solución del problema.
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elargentino.com

lunes, 22 de septiembre de 2008

Se presentó el Programa Nacional de Calidad y Diseño



Roberto Rapela, Miguel Campos, Luis Puga, Marcelo Bufacchi coordinador ejecutivo de la SGP y Marcelo Rubio.

Roberto Rapela vicepresidente de CACER, Miguel Campos y Luis Puga, presidente de CACERa,
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El Coordinador Ejecutivo del Gabinete Científico Tecnológico (GACTEC), Ph. D Miguel Campos presentó ayer el Programa Nacional de Calidad y Diseño (PRONACAL), el cual busca estimular la articulación entre los sectores público y privado en pos de una mejora de la calidad de los productos de origen nacional. “
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La búsqueda de la calidad es un techo móvil y ascendente que necesita de la sinergia y la articulación de todos los sectores. Para ser competitivos en el mercado ya no hay que pensar en el producto individual sino en la calidad como un todo. El camino al desarrollo económico es la calidad.” afirmó Campos, durante su exposición
Roberto Rapela vicepresidente de CACER, Miguel Campos y Luis Puga, presidente de CACER
en el Seminario de Certificación de Alimentos, organizado por la Cámara Argentina de Certificadoras de Alimentos, Productos Orgánicos y afines (CACER).
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El objetivo del encuentro fue transmitir a productores, industriales y profesionales los beneficios de la certificación como valor tecnológico agregado para posicionar los productos en el mercado local y en el exterior. Miguel Campos destacó que el anuncio del PRONACAL en este ámbito se debe a que el sector de alimentos entiende que la certificación alimenticia es un factor importante para el desarrollo del país.
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La certificación es una herramienta indispensable para el desarrollo y la implementación del programa de calidad. A través de la misma se logra el desarrollo sustentable mediante la aplicación de herramientas como la planificación, ejecución, control y auditoria, etc.
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Según el Coordinador Ejecutivo del GACTEC “la calidad es una herramienta de desarrollo sustentada en la ciencia. Este nuevo enfoque que relaciona la calidad con el sistema científico tecnológico nacional, puede mejorar significativamente nuestro
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